En la actualidad muchas empresas están atravesando por situaciones retantes dada la situación actual de la economía, no solo en el ámbito local, pero también a nivel mundial.
Al hablar de retomar (recuperar) la empresa para llevarla de nuevo a los niveles de productividad o generación de ingresos de los años anteriores recurrimos a prácticas comúnmente establecidas, entre estas: reorganizar, optimizar, reducir...
Hay una decisión importante que debemos tomar, si realmente queremos lograr el nuevo despunte de la empresa: ¿nos interesa desarrollar o evolucionar?
Desarrollar la empresa conlleva mejorar constantemente, establecer puntos de control, mejorar eficiencias, reducir costos… entre otras cosas. Sin embargo, el proceso de “desarrollo” de la empresa NO necesariamente la hace crecer.
Cuando queremos evolucionar la empresa tenemos que hacer cambios drásticos a lo establecido. Es romper con lo que se tiene para crear algo nuevo y diferente, aun cuando lo que tenemos esté funcionando. Es el cambio disruptivo el que te permite la “evolución”.
En este contexto también debemos hablar de la idea de la “explotación del negocio” versus la “exploración de oportunidades”; esto, en un entorno cambiante, debe contar con una Dirección (Alta Gerencia) de la empresa que cuente con lo que hoy día llamamos…“Gerentes ambidiestros”.
Lograr que la empresa renazca tiene mucho del espíritu emprendedor de cuando iniciamos nuestros negocios: tomar riesgos, liderar, innovar y no temer al cambio!
El renacimiento de la empresa es propio del proceso de competitividad.
